
Han pasado cuatro años desde que se estrenó la cancha de Iberlanda. Lejos quedan ya las normas establecidas en un principio: las llaves se podían coger en el ayuntamiento, en el Batzoki o en el bar Elexondo; el máximo tiempo de uso, hora y media; entre las personas usuarias, una debía ser del pueblo; se podría reservar en el ayuntamiento… En el bando publicado por el ayuntamiento se decía que eran unas normas provisionales y que se podían cambiar. El periódico El Correo también recogió la noticia: cancha multiusos (baloncesto, futbito…), con red de tenis, banquillos y grada. El Correo publicó declaraciones del alcalde, en las que decía que las normas eran "para evitar problemas". La situación actual, sin embargo, es totalmente diferente: la cancha está siempre abierta; la puede usar cualquiera, sea o no del pueblo; la puerta del cuadro de luces está rota; la red de tenis desapareció hace tiempo; el banquillo está roto; las gradas, llenas de verdín y sucias… En el bando aquel del ayuntamiento era evidente que no existía ningún plan de gestión, es decir, que estaban improvisando. Primero, poner en marcha, y luego ya se verá. Después se han renovado dos infraestructuras deportivas: el frontón y el campo de fútbol, y la cancha pasó a un segundo plano. Cuando se abrió el frontón también se establecieron unas normas: había que reservar en el ayuntamiento; la reserva se podía hacer para días concretos, y estableció un precio. En este caso también lo establecido y la realidad son totalmente diferentes: hay llaves “incontroladas”, no todo el mundo paga… ¿Sabe el ayuntamiento cuál es el uso real del frontón? ¿Va a seguir el frontón el mismo camino que la cancha?
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