¡PELOTAZOS AL CIELO!
Interminables son las noticias que hacen referencia a la muerte de Iñigo Cabacas después de recibir un pelotazo de la Ertzaintza en la cabeza el día del Athletic-Schalke 04. Informaciones variopintas, de dibujos animados algunas, que hacen a uno reflexionar en alto sobre unos hechos tan trágicos. Y es que me parece muy curioso el intentar desviar el foco de atención y retrasar la verdad de los hechos como lo hizo el gobierno de Lakua tras una muerte tan trágica. Curioso me parece también justificar lo ocurrido, diciendo que la Ertzaintza tenía que defenderse de los radicales y demás, cuando no hubo ningún incidente reseñable. Y curioso me parece también la aceptación de la responsabilidad política admitida por Ares una vez sabido el resultado de la autopsia para a continuación decir que continua en su cargo, que no tiene sentido dimitir. Total, que los ertzainas salen impunes del asunto, eso sí, muy dolidos ellos por ser tan criticados, Ares sigue con el mamoneo y aquí no pasa nada. Lo más triste de todo es que no aprenden y aun con las aguas revueltas vuelven a indignarnos una vez más con otro caso muy similar ocurrido el día de la huelga general en Gasteiz. ¡Erre que erre! Xuban Nafarrate fue, y sigue siendo la siguiente víctima de la Ertzaintza y del consejero de interior. En este caso, también, dispararon otro pelotazo al cielo, ¡de esos que solo la Ertzaintza utiliza en toda Europa! y resulta que el único responsable del "incidente" es él mismo. Eso dice Rodolfo, y sin "despeinarse" además. Que no, que se cayó el pobre chaval, que era uno de los piquetes activos y después de caerse le pegaron un par de porrazos pero con amor, que seis días en la UCI no es para tanto, que ese día solo se disparó una vez pero sin pelota y al aire…y más y más y más. El señor consejero desmiente lo evidente, defiende a ultranza a una Ertzaintza obsesionada y con mucha necesidad de reciclaje, miente y sobre todo juega con los familiares que sin quererlo y por decir la verdad tienen a toda una consejería de interior avasallándoles.
¡Todos somos Iñigo y Xuban!
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